jueves, 28 de junio de 2012

Hoy me vienen a buscar en coche


En mi anécdota de hoy voy a remontarme a Octubre de 2004, año que comencé mi ciclo universitario en la facultad de ciencias geológicas de la UCM. Después de 15 años en un cole privado y de chicas, empezó mi andadura en una universidad pública. Para mejor comprensión de la historia, me veo en la obligación de afirmar mi espíritu 100% adolescente a la par que ingenuo.




Habían transcurrido  varias semanas de clase, iba conociendo a mis “compis” cada vez mejor, entre cafecito del descanso de las 11:30 y cigarro entre clases, nos poníamos al día de nuestras vidas: “¿A qué colegio has ido?”; "¿Cuántos hermanos tienes?"; o bien "¿Qué narices te hizo elegir la extraña carrera de piedras?".


Los que conocéis mi facultad (si, la caja de cerillas gris y muy fea) sabéis que en la entrada hay una escalinata de unos… ¿20 escalones? Una mañana a comienzos del curso, después de las clases, nos encontrábamos arriba de la famosa escalinata, justo en la puerta de entrada de mi preciosa facultad, reunidos un grupo de unos diez, charlando antes de irnos cada uno a nuestra casa. Yo estaba esperando que viniese mi “noviete de la juventud” a buscarme con su focus azul a la puerta para irnos a comer, así que comenté a mis amigos con mucho ahínco que me iban a venir a recoger. La conversación siguió de forma risueña y fluida cuando, ahí lo vi, el focus azul que acababa de hacer la curva de “montes” y se aproximaba al “meeting point”.

Al verlo,  rápidamente cogí mi bolso y mi carpeta y dije a mis amigos con mi tono dolby surround que ya llegaba mi novio,  me despedía a la vez bajaba las escaleras “adiós chicos hasta mañana”. Al llegar al coche, abrí la puerta con mucho entusiasmo bajo la atenta mirada de mis compañeros, dejé mi carpeta en el suelo, me senté en el asiento del copiloto y me dispuse a darle un beso, cuando veo que se gira… ¡No era El! El caballero desconocido miró sorprendido , alzó su dedo índice y, acompañando al gesto, enuncia un rotundo “¡NO NO NO NO NO!. Me quedé paralizada, mirándole con ojos de “no me hagas bajar ahora, aunque sea déjame en la siguiente esquina” ¡Como me iba a bajar del coche, mis amigos iban a tener una excusa para reírse de mi los próximos 5 años de carrera!, pero no había otra opción, tras un segundo “¡NO NO NO NO NO!”, me vi en la obligación de bajarme con la cabeza gacha, y esconderme lo mejor posible para no dar pie a mucha mofa.  

Por suerte o por desgracia, no utilizaron la broma por mucho tiempo, porque en 5 años dio tiempo a muchas historias dignas de contar en el café de las 11:30.

Y colorín colorado...

2 comentarios: